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[/ezcol_1third_end][/fusion_tab][fusion_tab title=”Fragmento del Libro” icon=”fa-book”]—Hola, extraño —saludó Dominic poniendo su cuerpo en posición de firmes y estirando sus brazos por encima de su cabeza para tensar los músculos de su espalda.
Xander amaba el humor pícaro de Dominic y se encontró relamiéndose con ganas de jalarlo sobre sus piernas y besarlo hasta la inconciencia.
Sabiendo que tenían poco tiempo para estar juntos, se concentró en lo que tenía que hablar con su amante.
—Siéntate, tenemos que hablar —pidió Xander con el ceño fruncido. Dominic se puso tenso y obedeció—. ¿Por qué no me dijiste que estás enfermo? —espetó a continuación de una manera tan brusca que casi quiso darse él mismo un puñetazo en la cara. Cerró los ojos y respiró profundamente para calmarse. No podía comportarse como el bruto que seguramente il Signore Petrucci había pintado de él—. Lo siento, no quise ser brusco, pero cuando ayer tu padre me dijo que tenías una enfermedad en la sangre casi se me sale el alma del cuerpo.
Dominic sonrió y acarició el muslo de su amante que estaba pegado al suyo. Su mano estaba tan cálida que el calor traspasaba la tela de algodón del pantalón de ejercicio de Xander, quien no pudo evitar que los vellos en todo su cuerpo se erizaran, anhelando que esa callosa mano tocara su piel.
—No es nada de qué preocuparse. Luego de esta pelea dejaré el boxeo y sólo tendré que seguir tomando algún medicamento y seguir una dieta especial. Nada que pueda provocarme la muerte, si eso es lo que temes. Ahora tomo todos los días ácido fólico y hierro. Por el momento eso resulta.
Dominic se encogió de hombros como si restara importancia a su padecimiento. Pero Xander no creía que todo fuera tan sencillo. Había gato encerrado en el tema e iba a averiguarlo todo, costase lo que costase.
—¿Estás seguro que me estás diciendo todo? ¿No me ocultas algo? —Xander dejó escapar el aliento que estaba reteniendo en sus pulmones, la mano de Dominic en su muslo subió más arriba hasta casi tocar su polla y eso lo excitó. Pero no iba a dejar que su chico lo desviara del tema en cuestión. Tenía que mantenerse firme—. No me importa lo que tus médicos te hayan dicho, iremos a los mejores especialistas. No quiero que nada malo te pase. Si esta pelea te lastima de alguna manera…
—Shhh, calla. —Dominic puso un dedo sobre los labios de Xander y luego lo reemplazó con un beso suave y casto antes de seguir hablando—. Ya me han visto los mejores especialistas del país y de otros países. Si bien mi padre no me quiere, soy un bien preciado para él. O al menos lo seré hasta finalizada esta pelea.
El dolor en las palabras de Dominic hizo estremecer a Xander. Pudo ver abatimiento en sus ojos y que sus manos temblaban. ¿Acaso estaba a punto de llorar? Sin perder tiempo, Xander lo jaló a sus brazos y lo estrechó con todas sus fuerzas, buscó su boca y la devoró sin contemplaciones. Dominic respondió ávidamente, y sus manos empezaron a danzar en la espalda de Xander debajo de la camiseta frisada.
—No, si empezamos a tocarnos no podré resistir el hacerte el amor —dijo Xander rompiendo el beso y tratando de alejar las manos de Dominic del contacto con su piel—. Tengo que irme pronto. Tu padre me prohibió verte hasta la pelea. Si sabe que nos encontramos es capaz de cualquier cosa y no voy a arriesgarme. Te amo y te necesito demasiado como para poner nuestro futuro en juego por una rápida follada en este lugar.
—No merezco todo tu sacrificio —al fin dijo Dominic rompiendo en sollozos—. Eres el único que me quiere.
Dios, Xander quería matar al Signore Petrucci por romper tanto a su hombre. Había destruido la alegría de Dominic, su espontaneidad, su inocencia, su calidez. De alguna manera Xander supo en ese momento que iba a tener que enfrentarse a un arduo trabajo para que Dominic pudiera recuperar la confianza en sí mismo. Pero sabía que estaba calificado para el trabajo y este sería su nuevo reto en el futuro.
—Dos semanas. Ese es el tiempo que tienes que soportar. Luego estaremos juntos para siempre.
Dominic miró a los ojos a Xander. Esos gloriosos ojos verdes brillaban con esperanza y deseo. Sorbió y trató de recomponerse. Tenía que ser fuerte por él y por Xander. No podía flaquear ahora, o todo el sacrificio de Xander sería para nada.
—Dos semanas —repitió Dominic con un suspiro ahogado—. Todos estos años esperé pacientemente a que volvamos a estar juntos. Ahora que falta tan poco no puedo esperar. ¿Suena loco, no?
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